lunes, 18 de febrero de 2008

Hachazos y Curitas (Libro Completo)










Hachazos
Y
Curitas


Libro de poesías
Enrique Sandri


Exilio

Esta historia que pintó
es dialecto mandarín,
una medianera cualquiera
de González Catán. Es Beirut,
alambre de púa y
botellas rotas.
Es la histeria de un jueves por la noche,
la agonía laica de mi pueblo
esa misma de todos los días.
Una boca que se abre
a través de la indulgencia
de todas las cosas que se mueren.
Es un mexicano colgado del muro
con lágrimas de rabia
Esta historia que pintó
será el fracaso habitual de los amantes?




Acá es difícil matar a alguien
en Buenos Aires una vez maté a un poeta
y dio igual;
en este lugar hay tal aburrimiento
que se traduce en paz
conspira con la resurrección de la poseía.
Por eso, cada tanto me voy a la ciudad
a matar un poeta.
Tranquilo con mi instinto
vuelvo a escribir ciertas porquerías.




Cuando llueve, aparecen goteras en todas las casas;
porque nunca llueve,
porque nadie repara las grietas
ni las del techo.
Somos una cosa rara
una vinchuca que enferma el corazón.
Pero somos lindos
después de todo no esta tan mal
nos queda la esperanza de la muerte.



El agua parecía juzgar al pibe
tremendas gotas le daban coscorrones
en la cabeza.
Al principio se escondió bajo un árbol
después le dio lo mismo;
en esas condiciones todo da igual,
ya perdió la vergüenza
en su debut como cartonero.
Aparte todos en la calle te ignoran
y el que no te mira con cara de puto,
pero nadie se da cuenta de nada.
Se sentó en el cordón
con la zanja hasta los tobillos
apoyó la espalda en una columna
peló la bolsita y sumergió la trucha en el pegamento.
La lluvia, le daba coscorrones en la cabeza.




Ante la incógnita, lo bautizaron Dios;
nos hundió en el diluvio, nos crucificó en carne.
Dejó este mal, esta vida
que te regalo hoy
porque me voy a dedicar
a otra cosa mas interesante.
Al silencio.
Caer en las misericordiosas manos de mi cama,
olvidar mi nombre como ellas lo hicieron
acusándome de falopa y violento,
incapaz de mantenerla dura.
Sin eslabón cadena inútil
yo y mis adenoides, tapado de mocos
todo el hollín de lo que fue
perturbando los rincones de la pieza
y la casa quieta de día.
El traje tendido sobre un baúl
la perra que mira triste
como me olvido del diluvio
y de mis hijos crucificados.



Su belleza es perversa,
tiene el mismo olor a muerte
que el de los geriátricos
pis, a viejo, a sopa;
lleva la mezcla prendida a sus peluches
de los dientes por el pasillo.
Pero es agradable verla venir
da las caricias que recibió papá.





Hay cosas difíciles
como este pellizcón
en el barullo de la casa.







Me emparenté con tus muertos
en la psicosis de la desesperación
los pobres cargan con sus
débiles enfermos por las escaleras.
Yo tiemblo,
muerdo hasta que sangren
mis encías,
arremeto con el miedo
el golpe es certero. Si,
se hacen hormigas en el borde de mi boca.
Tiemblo; porque tiemblo.
Ella está fría.
Sí, mamá duerme
sufre y disfruta.
Mientras arrastro los trapos sucios
por el patio de la casa,
vuelvo al yoyo y la pallana
pero con un cierto temblor
inexplicable en las manos.




Los moretones bajo llave.
Nadie sabía esto;
ni de las flores que mamá regaba.








Ella aflojó
se sentó a esperar
y se le hizo tarde
se sintió niña
ardió en la pilca de sus pies
quedó podrida
agua quieta, mal olor
seca sin contenido
abandonada por si misma.
Mamá volvió a dormir
como siempre
pero esta vez mas dormida.









Uno se cuestiona cosas simples
para abordarlas
con cierta distancia.
















El estaba ahí
flujo de recuerdos
lo atravesaba;
le salía de adentro
una espiga seca,
de esas que hacen panaderos
cuando la soplas y
vuelan quien sabe a donde.
Seguro que se van,
después queda algo de él
tirado.







Me subí al techo
para verla regar
se ponía un enterito de jeans
unos guantes de látex naranja
acariciaba las plantas;
todo un rito
(agua, turba)
removía la tierra del jardín,
solía correrse el flequillo
con la parte de arriba de su muñeca
y dejaba un hilito de tierra con pasto
sobre la frente.
Era dulzura,
a quien podía hacerle daño.
Un día subí una silla
después una mesa, puse un toldito
vendí la tv.
me compré unos libros.
Ahora estoy mas cómodo
pero dejó crecer el pasto, ya no sale.
No entiende nada
daría todo por un jardín.




Aprendí a no mirar todo tan negro,
ni todo tan blanco. Tampoco a mirarlo gris;
entendí que cada uno tiene un ángulo distinto
y desde allí lo miro.








Las tunas disparos certeros sobre el verde;
mientras la tarde se traga los restos
del olor a sopa
la tierra ardía,
el patio una mujer estéril
que espera las caricias de mamá.
En la puerta un chico
con un puñado de piedritas
para sembrar patitos en el río.
Lo importante pasa a la hora de la siesta.





Si te presto el tiempo
que me sobra;
estarías muerto.
Si no te lo diera
agonizarías.








A veces es bueno
disfrutar la incertidumbre
para relajarse y
no aferrarnos a cualquier cosa.









A mi amigo Jorge Figueroa


Un brote homosexual
me condenaría a abrazarte
y besarte en un silencio largo.
La ausencia disfrazada en la distancia,
un grito que no va a llegar,
decepción por lo impuntual;
internet en carretilla
ni un puto mail.
El asiento del acompañante
lo tiré por la ventana
a la altura de Hughes;
que se metan el radar en el culo.
Mientras yo me trago esta tragedia
la tarde se desangra sobre el parabrisa
los kilómetros pasan y me dan ganas
de cortarme el pié,
de quedarme con vos en una mirada
refugiado en este amor de macho que te tengo.
Perdoname,
me distraje entre la vida
¿En que pensaba cuando me fui?





La soledad entra por las ventanas del alma;
cómo es posible este horror.
Esta temperatura en los labios
no justifica odiar impunemente.










Te puedo perdonar
con todo el rencor, contenido.







Me haces las valijas,
te duele como a mi.
La casa esta muda,
los chicos duermen;
si te preguntan por el padre
aunque sea compartamos las culpas.








Me llevé a mis hijos, a mi mujer
me olvide de mi
que siempre arranco tarde.







Cada uno es apenas un intento
en la nada de
un todo remendable.








La impotencia;
todo lo que se dijo, de ella,
es quizás desacertado.
La impotencia está
en la ansiedad de los ojos.











Aristas endebles,
voces adelgazadas.
El hocico sumergido;
mamá les provee
una muerte pronta
de dolores varios.
Dormido el berro sobre el agua.










El río pasa por mis canillas
intenta purificar el dolor;
siempre extraño
tus besos entre los molinetes del subte.











Algunas cosas suelen doblarnos
si tuviéramos siempre ese instinto maternal
sería mucho más fácil cargarlas.








Ni siquiera media Verónica,
capearía los dolos
de un ayer urgente.







Jumper

Toma los útiles y se va,
el resto me queda a mi
y no es poco.
Un aire proxeneta me viene a mojar la oreja,
me propone que la deje;
si ella es la melena del sauce sobre el río,
la brisa de mis sierras,
el leño
es imprudencia
y estupro,
vergüenza del que no imagina,
del que no perdona,
ella es la congoja del colapsado.
Es la vida que me queda
después...
toma los útiles y se va.







A veces cuando duermo, deseo mi muerte;
otras veces, despierto lo deseo.
Quizás sea el anhelo de realizar mis sueños.
O tal vez no tenga una mejor ocurrencia.






Cual sería el sentido de la vida
sin el destino de la muerte.
Tal vez una secuencia interminable de
situaciones mediáticas.
Quizás ninguno.






Algunos miedos son el resultado
de la conducta, con la que nos forjaron
en tiempos de inocencia.




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Ruidos

Blancos

Son Ellos




Ellos


Uno

Están; son el nudo en la garganta,
la cicuta en el ultimo trago de wisky
esa forma distorsionada. El silencio.
¿Cómo explicar?
Ellos están adelante de cada puerta que
no abro, en el sudor frío de las manos,
en la almohadilla carnosa de mis
dedos devorados por el germen del miedo.
¿Cómo nombrarlos?
Son la sangre tentadora de la tardecita,
el apetito cruel de la noche,
el jadeo triste, ahogado, de la masturbación;
la mesa vacía, el rechinar de los muebles.
Son ellos.
El aire, acá,
en la nuca,
el de la espalda desprevenida
el que eriza, ese aire fresco que te deja quietito
hasta el Gritooooo!!!





Dos


Otra vez ellos
los de la foto sepia
dueños de la quietud;
quizás ellos.
Corrí, escapaba
nadie me siguió.
Corrí.
En la cocina hay
Ssshss!...
silencio.
Pan, queso. Pan, queso; queso
y en el medio yo
entre dos paredes recién descascaradas
que se juegan mis entrañas. El brote;
¿esas tres sombras? Una es mía.
Alguien vino a reclamar
se llevó mis ojos y
me quedaron los cuencos
vacíos, no. Llenos de horror.




Tres



Inexplicable
son difusos
colores a través de la niebla
blanco profundo
negro total
o caridad de la luz.

¿Existen los colores?

Son como ellos
un efecto
¡¡¡No!!?
Ellos están!

Mientras las iglesias se devoren a las plazas,
los cementerios reciclen cadáveres
y no se permita acampar en ellos.
Hasta que no me devuelvan el brillo en mis ojos
una mueca en la boca muerta
o un psicólogo con una idea interesante
ellos no me van a dejar ni un pedacito.
Aprovechame,
mientras quede aunque sea miedo.

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Crucifixión


El salió

temprano

para limpiar el parabrisa de los coches

No tenes

mejor idea

que levantar

el vidrio?










Viví años tratando de pasar desapercibido.
Cuando vi lo pequeño que soy ante
el mundo,
ya no hizo falta que me escondiera.








A veces, tengo la sensación de que no me
perteneciera;
como el efímero paso de otro,
como luna sepia de algún cielo muerto.
Tal vez un utencillo de la vida para
justificarse.







El dolor no duele más de lo
que uno se lo permite.
De vez en cuando es necesario sufrir,
que duela,
que pase.
Quizás después nos alegre un poco, lo poco.








La gente entierra a sus muertos, como a su
instinto;
qué perverso nos habrá domesticado.








A veces las visiones se nublan antes de generarse
y se complica deshilvanar los ojos.
Ahuyentado los objetos materiales, fluye cada
pedacito de algo que indefectible
morirá.







La gente va hacia algún lugar
y a su vez vuelve de algún otro.
Que extraño círculo se cierra en cada partida.








No entender la vida es normal,
es parte de esto que al final nos mata.








Todo lo que aprendemos llega tarde;
peleamos contra la dificultad,
ignorando que de un modo u otro
vivimos de la misma manera,
para morir igualitos.





Si supiera para que vivo
me ahorraría el viaje.









A veces creo que la vida,
es un sueño en la siesta de la muerte.






Necesito de mi mujer.
Es tan humana
que llenó mi vientre de hijos.







Los hijos; llevan nuestros ojos,
por todas partes.






Quizás la belleza la conocí anoche,
cuando la luz atravesaba
los deditos débiles de mi hijo.







Es terrible la congoja
que produce el llanto de un niño;
te pueden doler los sentidos.





Nuestros hijos nos empujan
a la vejez.






A veces me entristece un niño,
otras veces logra hacerlo un anciano;
quizás sea la duda de estar a mitad de
camino.
Yo perdí mi oportunidad
de ser hijo.
Solo se tiene un padre
y se muere pronto.






La inocencia lleva al asombro;
el hombre pierde por naturaleza la inocencia.
Ya viejo, inocente, se asombra de su destino.






El barullo de lo chiches,
la contención de mamá,
los consejos, las obligaciones
y otra vez, los pañales descartables.
En realidad nunca morimos,
vivimos dando pena.





Somos olvido.






La mentira no tiene conciencia, ni memoria
y escapa del hombre con facilidad.
La verdad, se complica un poco.






La verdad quizás sea una excusa
para no mentir
o simplemente una forma de lastimar
más adecuada.
Restaurar el back up para ver
que llevo hecho
y cargar con el peso de cada archivo
temporario,
arrastrados quien sabe desde donde.






Uno es siempre uno;
ante el espejo, en la pareja y hasta en la muerte.
Esa única opción, se esparce,
mata al único mundo que nos queda.





Con tantas dudas,
a veces creo que
Papá Noel son los padres.





Conlara

El agua perturba
estrella porno
tendida sobre el paisaje.

Cuando la piedra quema
y el berro hunde sus pies
remojo mi dolor de ciudad
pólvora y pasado.

Este valle es mi trinchera
es la fosa común
de todos los horrores.
Un perro que lame
la herida superficial
psicosomática del fugitivo
que se arrastra.

Este valle cura
con promesas de chaman
con yuyos y fetiches.

Si el mundo se indigesta
me van a encontrar
muerto en tus orillas.





La decisión,
es un dedo presionado sobre el gatillo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Con un saludo cordial y un abrazo amigo, vengo a felicitarle por la inclusión de su poema entre los seleccionados en la edición especial de El Diario la República de San Luis, República Argentina, en celebración del Día de la Poesía.

Fascinada por su don de verso y buscando más poemas suyos encontré su blog y una vez más me congratulo con usted por el elevado vuelo de su poesía.

Con mis mejores saludos.

Marién

marien.net@gmail.com

http://saladeescritores.foroactivo.com/

cielo claro dijo...

Estimado Enrique:

No puedo sentirme más orgullosa al ver que he compartido contigo, un espacio en el diario de San Luis, en el espacio que celebró el día de la poesía. Me siento halagada de haber podido compartir ese espacio con tantos poetas. He ido al blog que mencionan para empaparme más de tu poesía y he quedado encantada, realmente una poesía que entra por los ojos y queda en el mismo alma de quien te lee.
Deseo entregarte mi admiración junto a mis felicitaciones por la calidad de tu obra poética.
Con toda la humildad a la que soy capaz de acogerme, te hago la invitación para que visites mi blog, blog que no tiene comparación con lo completo y magnífico que es el tuyo, pero no sabes cuánto me gustaría intercambiar opiniones, ideas, y charlar contigo.
Un saludo desde Viña de Mar, Chile,
Freya Hödar Nistal.
www.freyahodar.blogspot.com

Anónimo dijo...

Quique, estoy realmente impresionado y a su vez feliz por oir de nuevo tu palabra en tu voz, tu poesia pego de lleno en mi alma, disparó recuerdos, te reconozco en mi memoria.
Lo que son las casualidades, hoy estuve en el Bajo Flores.
Abrazos, «uno que tocaba la guitarra en Princesa Macrist»

Mónica Angelino dijo...

Enrique, Kuraien te publicó en facebook y te busqué !me alegra haberte encontrado! Leeré poemas tuyos en mi programa de radio:
www. positivafm.com.ar viernes de 19 a 21 hs.
Saludossssssss

Mónica Angelino